COLUMNA DIARIO SUR. Sábado, 5 septiembre 2015.
'Problemas de Agenda' por Jacqueline Campos
Soy una persona más en decir que el drama
de los refugiados se multiplica por horas. Soy una más en afirmar que Europa no
está dando la talla como unión y en ver como la ciudadanía se está moviendo y,
en este caso, los dirigentes locales se están poniendo en marcha. Pero como el
resto de los mortales de a pié me quedo atónita al escuchar como los
gobernantes de la nación aseguran, con un cuajo fuera de la común, que se trata
de un problema que no deben solucionar los alcaldes sino el gobierno de cada
una de las naciones. Para tal fin, los jefes de estado han marcado en rojo una
cita para dentro de diez días en sus respectivas agendas. Cerca de dos semanas en
las que se sucederán imágenes terroríficas que recogerán el sufrimiento de miles
de personas que llaman a nuestra puerta porque las van a matar.
Imágenes como la del cuerpo sin vida del
pequeño Aylan de tres años en la orilla de una playa que ha hecho remover la
conciencia de millones de ciudadanos que no de altos gobernantes. Instantáneas
de un periodismo fotográfico, muy difícil dicho sea de paso, que nos permite
tomar conciencia de una realidad y que nos ha hecho reaccionar a los mortales
hasta tal punto que hasta los propios municipios de este país, con sus alcaldes
a la cabeza, se han comenzado a mover. Y como respuesta, unas hirientes
palabras ofrecidas ayer mismo que nos advierten que en este asunto debe
llevarse una política solidaria y ordenada pero desde los gobiernos centrales.
Insisto, medidas adoptadas después de una insultante reunión dentro de dos
semanas que estarán llenas de situaciones caóticas vividas por familias con niños
y adolescentes en las diversas fronteras.
Olé a la respuesta de los gobiernos municipales
ante los desgarradores llantos de los que se resisten a volver a sus países,
acampados sin querer moverse y esperando a no ser devueltos. Somos muchos los
que en estas situaciones analizamos como es posible que aquellos que se erigen
como gobernantes pueden irse a la cama tranquilos sin que les quite el sueño
las imágenes durísimas de los que, ya felices, piden agua por las ventanillas
de un tren que les lleva a quién sabe donde pero lejos de un maldito país. La
pena que la famosa reunión que se celebre entre los ministros de Interior
europeos para estudiar qué hacer con los 200.000 refugiados por la guerra civil
y pobres que debería acoger Europa, no tenga lugar en esos vagones.
Como decía anteriormente, los
alcaldes de los municipios y ciudades de nuestro país han dado un paso al
frente y Marbella está presente en esta red de ciudades para acoger a
refugiados sirios. La iniciativa de que los
marbellís puedan ofrecer su casa o ayudar con alimentos o similar, debe ser
reconocida por darnos a todos la oportunidad de colaborar con poco que sea a
los que nos piden ayuda entre sollozos. Quizás sea una manera de dejar en
evidencia a los que tienen la agenda tan repleta, aunque lo dudo.