Columna Diario SUR. Sábado, 11 de abril 2015
'¿Turismo de Compras?' por Jacqueline Campos
Cuando
llega el momento de analizar un problema siempre surgen preguntas y respuestas
encontradas, diferentes posturas y opiniones que habitualmente llevan a una
situación complicada. Pero mucho más difícil parece que es buscar determinadas
soluciones para atajar de forma efectiva una serie de graves consecuencias que
se extienden a modo de efecto dominó. El problema al que me refiero se llama
venta ambulante de artículos falsificados, una maldita práctica que cada día
afecta más a todas las ciudades y de la que Marbella no se libra. Como tampoco el
epicentro de las firmas de lujo situadas en el recinto portuario de Puerto
Banús. Estamos hablando de uno de los mayores reclamos turísticos de Andalucía
cuyo paseo se ha convertido en una línea continua de vistosos escaparates entre
los cuales se posicionan jóvenes subsaharianos cargados como auténticas mulas
de bolsos y complementos de falsas siglas.
La
presencia de estas personas, que en su gran mayoría arrastran una penosa
historia de sudor y lágrimas para cruzar el dichoso Estrecho y conseguir llegar
hasta la península, se está multiplicando cada día ante el asombro y estupor de
comerciantes que pagan cifras astronómicas por abrir las puertas de sus
negocios. Empresarios que se muestran impotentes ante la escena que observan
cada mañana cuando una furgoneta se detiene para que descienda un gran número
de vendedores ilegales que, al fin y al cabo, no son más que el eslabón débil
de una gran cadena. Pero, al parecer, se muestran cada vez más agresivos ante
la presencia de agentes de seguridad privada e incluso no dudan en cobijarse con
maneras insultantes dentro de las propias tiendas, a las que hacen tan cruel
competencia, cuando son perseguidos por la policía. Es decir, que no estamos
hablando solamente de una situación complicada, sino también totalmente
surrealista.
Por una parte, la secuencia repetida de la huida de estas
personas que constituyen el último engranaje de
organizaciones mafiosas que les amparan y les hacen ganar grandes cantidades de
dinero es una imagen lamentable del juego del gato y el
ratón que ofrecen a nuestros turistas. Por otra parte, estos vendedores ambulantes y tenderos ilegales están ofreciendo a los viandantes
una mercancía falsificada a un precio de saldo delante de las mismísimas
narices de la boutique de firma original creando graves perjuicios. Aunque
parezca mentira, esta actividad goza de la simpatía de algunos ciudadanos que
no se paran a pensar que lo único que se consigue es ayudar a perpetuar esa
mafia. Convendría recordar que esas firmas han creado muchos puestos de trabajo
de calidad en nuestra ciudad, han invertido importante sumas en las tiendas y
hacen que Marbella pueda ser un destino de turismo de compras. Diferentes
aspectos que ayudan considerablemente a dar la imagen de mercado turístico de
calidad que tanto nos interesa.
El
trabajo en conjunto de las autoridades y la presión de la Policía Local, Policía Nacional y Guardia Civil parece que
no consigue erradicar este tipo de negocio sucio cada vez más organizado y
agresivo. Posiblemente una reforma en el Código Penal que elevase a delito la
venta ambulante y que, en vez de pasar una tarde en las dependencias judiciales,
se condenase a los responsables con penas de cárcel pudiera ser tan solo una medida
para frenar el efecto dominó tan negativo. Cuesta creer que sea tan difícil
encontrar soluciones a problemas que vienen de fuera cuando después a la mínima
te ponen una multa o te embargan un sueldo o una casa sin tan siquiera llegar
a pisar la línea de la ilegalidad y en
tu propio país.
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